PROGRAMA
Guía detallada de la trama y los actos
ACTO I
Plaza frente a la casa del doctor Bartolo, en Sevilla
En una plaza pública, frente a la casa del viejo doctor Bartolo, una banda de música y un pobre estudiante llamado Lindoro están dando una serenata, sin resultado, ante la ventana de Rosina. Lindoro, quien en realidad es el joven Conde Almaviva disfrazado, espera conseguir que la bella Rosina lo ame por sí mismo y no por sus títulos o su dinero. Almaviva paga a los músicos cuando se marchan, quedando él entristecido y solitario.
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Entra Fígaro, quien presume de ser el barbero más famoso de Sevilla y de que eso le abre todas las puertas. Se acerca cantando. Aprovechando que Fígaro fue en el pasado sirviente del Conde, este le pide ayuda para encontrarse con Rosina, ofreciéndole dinero en caso de que lo logre. Fígaro aconseja al Conde que se disfrace de soldado borracho, para que le sirva de pretexto para que el doctor Bartolo le dé alojamiento en su casa, amparándose en la obligación legal que recaía sobre los ciudadanos de acoger a las tropas cuando estas se desplazaban. Fígaro es generosamente recompensado por esta sugerencia.
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Casa del doctor Bartolo
La escena comienza con Rosina, pupila del doctor Bartolo, quien quiere casarse con ella para tener acceso a su generosa dote.
Rosina escribe una carta a Lindoro. Conforme está abandonando la habitación, entran el Dr. Bartolo y Don Basilio, un profesor de música. Este le cuenta sobre la llegada a Sevilla del Conde de Almaviva, enamorado en secreto de Rosina. Bartolo quiere evitar cualquier problema y pretende firmar el acta de casamiento con Rosina ese mismo día. Basilio le aconseja que se quite de en medio al Conde creando rumores falsos sobre él.
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Cuando los dos se han ido, entra Fígaro a la casa y se entrevista con Rosina. Fígaro le pide a Rosina que escriba una carta a Lindoro y él se la hará llegar. Aunque sorprendida por Bartolo, Rosina consigue engañarlo, pero él sigue sospechando.
Interrumpe la llegada del Conde disfrazado de soldado ebrio. El Conde consigue unas palabras con Rosina, susurrándole que es Lindoro y le entrega una carta.
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El vigilante Bartolo sospecha y exige saber qué es esa pieza de papel en las manos de Rosina, pero ella lo engaña entregándole la lista de la lavandería. Bartolo y el Conde empiezan a discutir y, cuando Basilio, Fígaro y Berta aparecen, el ruido atrae la atención del oficial de la guardia y sus hombres.
Bartolo cree que van a arrestar al Conde, pero Almaviva solo tiene que mencionar su nombre al oficial para quedar en libertad. Bartolo y Basilio están asombrados y Rosina se burla de ellos.
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ACTO ii
Casa del doctor Bartolo, en Sevilla
Almaviva de nuevo aparece en casa del doctor Bartolo, esta vez disfrazado como alumno de canto y pretendiendo actuar como un sustituto de su supuestamente enfermo maestro Basilio, habitual maestro de música de Rosina.
Inicialmente, Bartolo sospecha, pero permite a Almaviva entrar cuando el Conde le da la carta de Rosina. En ella ve la oportunidad de usar el plan de Bartolo de desacreditar a Lindoro, quien él cree que es un sirviente del Conde y pretende conseguir mujeres para su amo.
Para no dejar a Lindoro solo con Rosina, el doctor Bartolo hace que Fígaro le afeite.
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Cuando Basilio aparece de repente, lo sobornan con una bolsa de Almaviva para que se finja enfermo.
Finalmente, Bartolo detecta el truco, echa a todo el mundo de la habitación y se apresura a ir a un notario para redactar el contrato de matrimonio entre él y Rosina.
También muestra a Rosina la carta que ella escribió a Lindoro, y la convence de que Lindoro es meramente un servidor de Almaviva.
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La escena queda vacía mientras la música crea una tormenta. El Conde y Fígaro suben por una escalera hasta el balcón y entran en la habitación por la ventana.
Rosina muestra la carta a Almaviva y lo acusa de engañarla. Almaviva, para arreglar el malentendido, revela su identidad y los dos se declaran su amor.
Mientras Almaviva y Rosina están absortos el uno en el otro, Fígaro los apura para que se marchen. Se oye a dos personas que se acercan a la puerta, e intentando escapar por la escalera, se dan cuenta de que la han quitado. Los que se acercan son Basilio y el notario.
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Basilio tiene que elegir entre aceptar un soborno y ser testigo o recibir dos balas en la cabeza (una elección fácil, dice él). Él y Fígaro firman como testigos el contrato de matrimonio entre el Conde y Rosina.
Bartolo entra, pero es demasiado tarde. El aturdido Bartolo (que era quien había quitado la escalera) queda tranquilo cuando le permiten quedarse con la dote de Rosina.
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